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El país más pequeño de la Unión Europea es, posiblemente, uno de los menos conocidos del continente. Formado por siete islas, de las que sólo tres – Malta, Gozo y Comino- son habitadas, conserva innumerables vestigios de su pasado fenicio, griego, romano, árabe, español, italiano, francés e inglés.

Esta circunstancia lo convierte en un destino perfecto para turistas que desean combinar a partes iguales sol y playa y descubrimiento cultural. La capital de Malta, Valeta, es un claro ejemplo de la riqueza de su patrimonio histórico. Se trata de una urbe amurallada del siglo XVI, declarada Patrimonio de la Humanidad, que conserva intactos palacios y pequeñas tiendas antiguas en calles adoquinadas y llenas de encanto.

En la misma isla, encontramos también yacimientos arqueológicos como los de Tarxien y el Hipogeo Hal Saflieni, de más de 3.000 años de antigüedad, espectaculares espacios naturales como la Gruta Azul, las playas de Golden Bay y Melieha Bay o el puerto natural de Marsaxlokk.

La isla más bonita es, sin duda, Gozo, que, según apuntan los indicios, se trata de Calipso de la Odisea de Homero. Su espectacular paisaje marino y los encantadores pueblos del interior hacen imprescindible visitarla. Además de Rabat, nombre con el que es conocida popularmente su capital, Victoria, nos espera Rambla Bay, una tranquila playa de arena dorada idílica, el Mar Interior, una espectacular laguna interior, y la Azure Windows –la Ventana Azul-, un pórtico gigantesco al final de un acantilado.

En Comino, donde vive una única familia, no podemos perdernos la Laguna Azul, un paraíso de ensueño de aguas tranquilas y azules. Más información en: Malta, crisol de civilizaciones en el Mediterráneo central

Vía: La Vanguardia
Imagen: Nosotras

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